Siria ha entrado en una nueva etapa de incertidumbre tras el derrocamiento de Bashar al Asad, quien gobernó el país durante 24 años. Ayer, una ofensiva relámpago de grupos rebeldes liderados por el Comité de la Liberación del Levante (CLL), una organización islamista suní, forzó su renuncia y exilio a Rusia, su principal aliado.
El conflicto sirio, que llevaba más de 13 años en una guerra civil devastadora, experimentó un giro inesperado en solo 12 días. “El conflicto estaba aletargado desde hace cuatro años. La velocidad con que cayó el régimen es sorprendente”, comentó en el Informativo Carve de Mediodía Nacho Montes de Oca, periodista internacional.
“La fragmentación del país deja pocas esperanzas de una solución rápida. La guerra continúa, especialmente en el norte, donde las facciones pro-turcas ya están atacando a los kurdos”, dijo Montes de Oca.
El derrocamiento de al Asad marca el fin de una era, pero no el final del conflicto en Siria. Con un panorama de divisiones internas y presiones externas, el país se enfrenta a la posibilidad de fragmentarse o intentar construir un nuevo gobierno central.
“La guerra más virulenta puede haber terminado, pero la estabilidad está lejos de alcanzarse”, concluyó Montes de Oca.