La negociación del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur atraviesa una de sus instancias más determinantes tras más de 25 años de idas y vueltas. Esta semana será clave, ya que está previsto que se firme el próximo sábado en Brasil.
Según explicó el periodista Tomas Friedmann, especialista en asuntos internacionales, el proceso entró en una fase crítica debido a las resistencias internas dentro de la Unión Europea, especialmente de Francia, una oposición histórica a este acuerdo, a la que en las últimas horas se sumó con mayor fuerza Italia.
Este martes el Parlamento Europeo aprobó las cláusulas de salvaguardia propuestas por la Comisión Europea, una de las principales exigencias del gobierno francés para proteger a los productores agrícolas europeos. Estas medidas habilitan a la Unión Europea a suspender de forma temporal las preferencias arancelarias a importaciones del Mercosur consideradas sensibles, como carne vacuna, carne aviar, soja y cítricos, si se detecta un perjuicio para los productores europeos.
Las salvaguardias fueron adoptadas sin consulta previa al Mercosur, lo que generó malestar en los países sudamericanos. Sin embargo, el bloque optó por no confrontar abiertamente para evitar que el acuerdo se caiga en esta etapa final.
Además, el Parlamento Europeo incorporó una cláusula de reciprocidad, que obliga a los países del Mercosur a cumplir las normas de producción de la Unión Europea para poder acceder a su mercado, endureciendo aún más las condiciones del acuerdo.
Aunque el procedimiento aún no está cerrado, ya que las salvaguardias deben ser aprobadas también por la Comisión Europea y por los 27 Estados miembros, el escenario político es complejo. Francia mantiene su postura de que el acuerdo, tal como está redactado, es inaceptable, y en las últimas horas Italia se alineó con la posición francesa para frenar una votación final.
Si Francia e Italia se mantienen en contra, junto a otros países como Austria y Bélgica, no se alcanzaría la mayoría cualificada necesaria para aprobar el acuerdo, que exige el respaldo de países que representen al menos el 65% de la población de la Unión Europea.
Mientras tanto, continúan las negociaciones al más alto nivel. Participan activamente la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente francés Emmanuel Macron, la primera ministra italiana Giorgia Meloni y el presidente de Brasil, Lula da Silva, que sigue el proceso minuto a minuto y busca que el acuerdo se firme bajo la presidencia brasileña.
También Dinamarca, que ejerce la presidencia rotativa de la Unión Europea hasta fin de año, presiona para cerrar el acuerdo y adjudicarse el logro político de destrabar una negociación que lleva más de dos décadas.
Por ahora, la agenda oficial de la Unión Europea mantiene el viaje a Brasil de von der Leyen y del presidente del Consejo Europeo, António Costa, lo que indica que la firma prevista para el sábado sigue en pie.
Incluso si el acuerdo se firmara este sábado, no entraría en vigencia de forma inmediata. Deberá atravesar un largo proceso de ratificación que incluye al Parlamento Europeo, los parlamentos nacionales de los Estados miembros y los del Mercosur, al que se sumará Bolivia como miembro pleno. En el mejor de los escenarios, el tratado comenzaría a aplicarse recién en 2027.
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