El hub que conecta startups con grandes corporaciones cerró su primer año de operación en Uruguay con actividad en fintech, inteligencia artificial y una fuerte sorpresa en biotech. Para 2026, el foco estará en sumar más empresas y profundizar la internacionalización hacia Brasil, Argentina y Chile.
Cubo Itaú Uruguay completó su primer año de funcionamiento dentro del ecosistema tecnológico local con un balance positivo y una agenda cargada de desafíos hacia adelante. El espacio, que busca conectar startups de base tecnológica con grandes corporaciones, se consolidó como un nodo de innovación abierta, con experiencias que van desde conexiones comerciales hasta alianzas regionales.
“Cubo no es una incubadora ni una aceleradora, somos un hub de conexión y negocios”, explicó Juan Garrido, country manager de Cubo Itaú Uruguay, al hacer un balance del primer año de actividad.
El proyecto nació hace una década en San Pablo y llegó a Uruguay en diciembre de 2024 como primer paso de su proceso de internacionalización. El foco está puesto en startups que ya superaron las primeras etapas y enfrentan uno de los momentos más críticos de su desarrollo, el llamado “valle de la muerte”. Se trata del período en el que, tras validar su producto y conseguir los primeros clientes, muchas empresas fracasan por no lograr escalar ventas de forma sostenida.
“Trabajamos con startups que ya tienen tracción y productos escalables, para conectarlas con grandes corporaciones que vienen a plantear desafíos concretos”, señaló Garrido. Según explicó, hasta el 60% de las startups desaparece en esa etapa por falta de validación comercial.
Para ingresar a Cubo, las startups pasan por un proceso de curaduría que evalúa cinco criterios clave, entre ellos escalabilidad, tracción de mercado, equipos fundadores comprometidos, fit cultural y potencial para atraer inversión de fondos de capital de riesgo.
Durante este primer año, Cubo Itaú Uruguay trabajó con unas 12 grandes corporaciones de distintos rubros. Aunque el espacio se definió inicialmente como “agnóstico” en cuanto a sectores, algunos verticales se destacaron claramente.
Fintech e inteligencia artificial estuvieron entre los principales motores de actividad, algo esperable dado el peso del sistema financiero y el desarrollo tecnológico del país. Sin embargo, la gran sorpresa fue el sector biotech.
“Encontramos un nivel de soluciones y de startups en biotecnología que no teníamos tan mapeado. Incluso grandes laboratorios de Brasil se sorprendieron al ver el potencial que tiene Uruguay en esta industria”, destacó Garrido.
Uno de los principales diferenciales de Cubo es su fuerte vínculo con Brasil. Aunque cuenta con sedes físicas en San Pablo y Montevideo, la propuesta funciona como una única red regional que permite a las startups uruguayas acceder a grandes corporaciones y fondos de inversión con base en el mayor mercado de América Latina.
“Aunque Brasil está muy cerca, para muchas startups uruguayas sigue siendo un mercado poco explorado. Cubo viene a acortar esa distancia”, explicó el Country Manager. A través de una plataforma digital común y misiones empresariales, las startups pueden conectarse con empresas multinacionales y fondos de inversión que operan desde Brasil.
De cara a 2026, Cubo Itaú Uruguay se plantea dos grandes objetivos. Por un lado, sumar más corporaciones al modelo de innovación abierta, convenciendo a las empresas tradicionales de que es más eficiente buscar soluciones fuera de sus estructuras internas. Por otro, profundizar la internacionalización, con especial foco en Argentina y Chile.
“El desafío es que las corporaciones entiendan el valor de hablar el mismo idioma que las startups. Cuando eso sucede, las conexiones se transforman en negocios reales”, concluyó Garrido.
Con un primer año que confirmó el potencial del modelo, Cubo Itaú Uruguay apuesta ahora a escalar su impacto y consolidarse como un actor clave del ecosistema de innovación regional.