El Banco Central redujo este martes la tasa de política monetaria de 8,25% a 8%, un movimiento que, según el economista jefe del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), Ramiro Correa, era “absolutamente esperable” debido al comportamiento de la inflación y de las expectativas del mercado.
Correa explicó que el COPOM toma decisiones mirando tres grandes variables, la inflación actual (que se ubica en torno a la meta de 4,5%), expectativas de inflación (que vienen descendiendo de forma sostenida hace cinco meses y se acercan al objetivo oficial, hoy en torno a 4,9%) y actividad económica (que el BCU entiende que crece alrededor de su ritmo potencial).
Con estos elementos, el Banco Central continúa un ajuste gradual hacia una tasa neutral, es decir, un nivel que no frena ni estimula la actividad. “No hay sorpresas, la señal es que seguirán bajando a medida que la inflación y las expectativas sigan alineadas”, dijo Correa.
La reducción de tasas suaviza el escenario financiero: abarata el crédito, desincentiva la colocación en instrumentos financieros y apunta a favorecer la actividad, aunque el economista advierte que un recorte de 0,25 puntos “por sí solo no dispara el crecimiento”.
Correa destacó que la recaudación de la DGI cayó 4,9% en términos reales en octubre frente al mismo mes del año pasado.
Los principales impuestos también mostraron descensos, IVA: –4,2%; IMESI: –19,7%; IRAE: –9,7%; e IRPF: único crecimiento (+2,3%).
Aunque en el acumulado enero-octubre los tributos ligados al consumo siguen en terreno positivo, octubre marca un quiebre y confirma la tendencia que los economistas vienen observando: un 2025 que va “de más a menos”, con desaceleración hacia fin de año.
Correa proyecta que la temporada turística será uno de los motores de la economía en 2026. Esperan una temporada “muy buena” —aunque no récord— impulsada por mayor acceso de los argentinos a dólares, encarecimiento relativo de Argentina, que favorece el turismo hacia Uruguay, y buen comportamiento de indicadores inmobiliarios en la costa.
Por otra parte, la influencia de Brasil será más moderada, y esto provoca que el vecino país esté más barato que Uruguay, lo que genera fuga de consumo fronterizo, pero no tiene un impacto comparable al peso que históricamente tuvo Argentina.
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