El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó un ultimátum a Hamas, y es que hasta el domingo, a las 18 horas (hora de Washington), tendrá tiempo para aceptar la propuesta de paz de 20 puntos que busca poner fin a la guerra en Gaza. El plan incluye un cese del fuego inmediato, la liberación de todos los rehenes y el inicio de una nueva etapa en la Franja.
“Se me acabó la paciencia. Esta es la última oportunidad”, advirtió Trump en su red social Truth. Si no hay acuerdo, prometió “el infierno total” para Hamas, con el respaldo pleno de su gobierno a Israel.
Por su parte, Hamas manifestó que aún analiza la propuesta y que pretende incluir condiciones como una fecha para el retiro de las tropas israelíes de Gaza, algo que el primer ministro Benjamin Netanyahu ya descartó tras la ocupación total de la franja por parte del ejército.
En paralelo, aumenta la preocupación mundial por el crecimiento de actos antisemitas tras el ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre, que está por cumplir dos años.
El jueves, en Manchester (Inglaterra), un atentado contra una sinagoga en pleno Yom Kipur dejó dos muertos y varios heridos. Hubo ataques similares en Alemania y Bélgica. En Uruguay también se han registrado hechos denunciados por la comunidad judía, que planteó en el Parlamento que si bien el país no es antisemita, sí hay incidentes “muy preocupantes”.
Israel interceptó en las últimas horas el último barco de la flotilla humanitaria, el “Marinette”, con 473 activistas a bordo. Entre ellos hay 13 uruguayos que fueron detenidos y procesados por la justicia israelí, y que ahora esperan la deportación.
Las autoridades israelíes sostuvieron que en los barcos había poca ayuda humanitaria y calificaron la acción como una provocación. Propusieron que la asistencia se canalice a través de puertos seguros como Ashdod (Israel) o Chipre, oferta rechazada por los activistas.
Mientras tanto, otra flotilla partió desde Grecia y podría enfrentar el mismo destino.
La población de Gaza, tras dos años de guerra, vive en condiciones extremas, sin viviendas, con carpas improvisadas, escasez de alimentos y dependencia de ayuda humanitaria. “La gente dice basta, pide parar la guerra y poder tener una vida normal”, señaló el periodista Tomás Friedmann en diálogo con Subrayado.
En la región también preocupa la situación en Marruecos, donde crecientes protestas juveniles contra la corrupción y en reclamo de mejoras en salud, educación y condiciones de vida han dejado heridos y muertos.
Analistas advierten que podría repetirse un escenario similar a la “Primavera Árabe” de 2010, cuando las revueltas se expandieron desde Túnez a gran parte del mundo árabe.
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